27 mar 2007

¿Dónde estaban los psicólogos cuando Andy Dufresne los necesitó?


En la década de 1930 no se estilaba que los psicólogos acudiesen a los juicios. Ahora en los albores del siglo XXI son imprescindibles. De una manera o de otra, con o sin ellos, el sistema judicial falla con el triste resultado de dejar en la calle a asesinos o llevar a la cárcel a bellísimas personas.

Así yo, tras haber presenciado en carne propia el intento de homicidio por parte de un tipo que estaba muy lucido y cabal, sino no me explico como fue capaz de mantener en jaque a la guardia civil una noche entera, ni como disparó tan bien, entró en cólera cuando rememoro las palabras de unos psicólogos, a los cuales les va a costar levantar la cabeza, al menos si son personas de bien, porque ellos mismos dijeron ante el juez que el acusado no actuó cuerdamente, pues se encontraba en pleno trastorno a causa de haber mezclado medicación con alcohol.

Con indignación me preguntó dónde estuvieron cuando Dufresne les necesitó.

No es de justo manual que los asesinos campen a sus anchas, y que los buenos ciudadanos, que se defienden con sus propias manos, por que la justicia esta flaca, sean castigados, o ya mal vistos.

No es justo que el párroco de la iglesia local colabore en llevar a cabo una campaña para mejorar la cara de este insurrecto, al que no le costó apretar el gatillo de una de sus seis escopetas, con el efecto de de dejar a una persona de paz inútil de por vida, como tampoco de disparar dos veces a la puerta de una casa, si a la altura de una cabeza para matarla.

Así, pues, psicólogos atrévanse a pensar en lo que valen sus palabras. En la sentencia que ayudaran a firmar. Y luego intenten dormir. Desde luego a mi me cuesta.

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