Uno puede llegar a pensar que el tiempo para entrar y husmear es escaso en comparación con la duración del día. Pero eso cambia cuando husmeamos por costumbre cada media hora o menos. Entonces se convierte en un problema porque sin darnos cuenta dejamos escapar más de cuatro horas al día. Y esto es lo que me pasa a mí. Con una actitud que me avergüenza ya que soy incapaz de controlarla cuando estoy dedicándome a mi gran afición, la literatura, o a mi trabajo de programador, cada noche, antes de meterme en la cama pienso que cambiaré. Pero nada más lejos de la realidad. Siempre sucumbo habido de contar anécdotas.
Sin embargo, después de un rato meditando, me digo, no tan entristecido: Aprovecha lo que te dijo para superar tu obsesión por Facebook. Ninguna red social, como ninguna otra persona que acuda a ti con ganas de pelea debe quitarte tiempo para escribir, soñar y vivir.
Vamos a ver si es verdad y me dejo de sensiblerías y hago lo que debo hacer:
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