11 sept 2007

11 de Septiembre de 2001


Meses antes, en uno de los últimos días de clase de mi segundo de Bachiller, grupo G, hablamos en la asignatura de C. T. S (ciencia, tecnología y sociedad), junto a uno de mis profesores preferidos, de cómo EE.UU. se estaba obsesionando por su seguridad al proponer instalar algo parecido a un paraguas para protegerse de ataques por aire. Y tres meses después ocurrió que dos aviones comerciales impactaron, adrede contra las Torres Gemelas.

Aquí en España eran poco más de las 15.00, sentados ante la mesa del comedor, viendo el noticiario de Antena 3 presentado por Matías Prats, estábamos terminando de comer, cuando un avión chocó contra un rascacielos. En New York el día acababa de comenzar, y vimos como los transeúntes que iban al trabajo se quedaban boquiabiertos ante lo que parecía ser un accidente. Y escasos minutos después otra avión impactó junto a otro rascacielos cercano. El que un avión se hubiese estrellado nos pareció accidental, pero el segundo golpe nos hizo pensar en lo peor.

Un millonario llamado Bin Laden se había encargado de reclutar suicidas capaces de integrarse en el país de las oportunidades, el mismo territorio que dirige el mundo occidental, y tras un plan malvado ejecutó a miles de inocentes.

De nuevo desde España, yo sin levantarme de la silla, el resto de mi familia ya no estaba en casa, fui a buscar una libreta para anotar el que parecía el principio de una nueva era. Desde las 15.00 hasta que pasaron más de las 21.00 no dejé de ver Antena 3, y allí en un especial improvisado, donde entró Jesús Hermida como elefante en una ferretería, se habló de una previsible 3º Guerra Mundial, y de que jamás nada volvería a ser igual. Los 6 años que han transcurrido desde aquel día se pueden resumir en sensaciones tan primarias como: Miedo, inseguridad e incluso, desgraciadamente, un alto índice de recelo.

Sentimos recelo hacía los árabes, porque es el origen del grupo terrorista Al-Qaeda, la organización que sesgó tantas vidas inocentes estadounidenses, ¿por qué acaso todos los que fallecieron en el mayor atentado de la historia reciente son participes de lo que su gobierno haga o deje de hacer? Mi respuesta es no. Del mismo modo que las víctimas del 11-M o del 7-J o de tantos atentados salvajes, incluidos los de ETA, son inocentes.
Pero también son inocentes aquellos árabes que nada tienen que ver con organizaciones terroristas, igual que inocentes son los vascos que no participan en ETA, y que la repudian y condenan sus actos.

Aquel 11 de Septiembre de 2001 el mundo enteró cambió, y todos perdimos. Perdimos una libertad porque la hemos canjeado por seguridad; perdimos unos valores tolerantes porque los canjeamos por el recelo. Y ahora, ¿me van a decir que las únicas victimas fueron estadounidenses?, creo que no. El 11 de septiembre de 2001 perdimos TODOS: árabes, cristianos, judíos, ateos,…

Sin embargo, no quisiera despedirme con una postura totalmente negativa, y desde aquí mis deseos porque no tarde en llegar el día en que todos los ciudadanos independientemente de la coordenada en la que vivamos, y a qué Dios vayan dirigidas nuestras oraciones, seamos capaces de vivir en armonía e igualdad. Amén.

Buen martes 11 de septiembre de 2007.

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